PLAZA DEL TORICO (TERUEL)

 

Vista general de la Plaza con más sabor de las construidas en Teruel

 

La provincia de Teruel es la más meridional de las aragonesas y su capital está edificada sobre un enclave prehistórico del que han aparecido abundantes restos.

El siglo XIV fue el de mayor esplendor de la ciudad, que posee una interesante catedral y numerosas iglesias y monumentos de estilo mudéjar y gótico.

 

en medio la columna en cuyo pedestal se levanta la figura de un toro


Pero Teruel es, sin duda, la ciudad de los Amantes. Una tradición de sabor medieval que nos ha llegado envuelta por la leyenda sobre la auténtica historia de amor de Isabel y Diego, dos jóvenes pertenecientes a familias de distinto rango social.


Al parecer, los Amantes de Teruel vivieron en esta ciudad en el siglo XIII y sus restos fueron encontrados en el año 1560, y actualmente reposan en una capilla a la iglesia de San Pedro en un artístico mausoleo.
 

Pero Teruel es también nuestra mejor representante de lo que fue el arte mudéjar en España.

La ciudad consideró en el siglo XII que los árabes no expulsados podían convivir con los cristianos en las mismas condiciones sociales.

Como resultado de aquella simbiosis, el arte mudéjar se expandió por toda la ciudad como podemos comprobar en las famosas torres mudéjares de Teruel.
 

Remontándonos en los orígenes de la ciudad, parece ser que en la fundación de Teruel fue decisiva la figura del toro, el animal mítico que se encuentra en los primeros documentos existentes sobre la capital aragonesa.

 

Detalle del monumento dedicado al toro, principal símbolo de la ciudad.
 

Según algunos estudiosos el primitivo nombre de Teruel era Turba que derivaba de las voces hebreas “Thou” y “Bat”; por tanto Teruel venía a ser casa o templo del toro.

 

las columnas exóticas de esta singular construcción por el arquitecto monguió

 

De hecho, la plaza más popular de la ciudad y que acoge el edificio más importante de Mongió es la denominada como La Plaza del Torico, conocida también como la de Carlos Castell.

El punto de partida del arte del siglo XIX fue el monumento situado en el centro de esta glorieta.

Se trata de una alta columna con un pequeño toro sobre el pedestal, que tiene cuatro caños y que hace referencia a los orígenes míticos de la ciudad.

Este monumento data de 1858 y vino a sustituir a otro realizado en el siglo XVI.
 

La Plaza del Torico acoge, también, un importante almacén de tejidos llamado “El Torico”, en el que su autor, el arquitecto Mongió, introdujo el hierro como elemento decorativo, utilizando este material fundido por Averly, en unas columnas muy exóticas.

El conjunto se completa con otra casa, también de carácter modernista, conocida como “La madrileña”.
 

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