PLAZA MAYOR (VALLADOLID)

 

La Plaza Mayor de Valladolid es la primera plaza mayor regular y ha servido de modelo para las restantes plazas mayores españolas.

 

El punto de partida de la actual Plaza Mayor de Valladolid, hay que buscarlo en el incendio de la anterior en el año 1561. De esta antigua plaza se tienen noticias de su importancia, a raíz de la concesión de una primera feria anual por parte de Alfonso VII a la villa, en dependencia mercantil todavía de Burgos.
La Plaza Mayor de herencia medieval, era un núcleo comercial en el cual desde fines del siglo XII, se realizan los tratos y ventas, y en el que a partir del siglo XV se le sumarán funciones administrativas con la presencia del Concejo y Audiencia de la Villa.
Estaba conformada por un conjunto de casas diferentes, de poca fachada y mucha profundidad, con ventanas y soportales construidos en diversas épocas, y por tanto de desigual tamaño y disposición, y situadas cerca de la fachada del monasterio de San Francisco, con capilla abierta que se utilizaba sólo los días del mercado.
La irregularidad de trazado y alzado era la característica principal de la plaza de aspecto rojizo, debido al material utilizado, el ladrillo, abundante y propio de la tierra, así como el tapial y adobe.

Ante la importancia del incendio ocurrido en 1561 y que asoló la plaza mayor y barrios circundantes, el Ayuntamiento procurará soluciones de urgencia; alojará a los damnificados y a todos los oficios de las casas quemadas, asentándoles sin alquiler alguno, y distribuyendo los diferentes gremios por sitios y calles.
Tras la visita del Corregidor de la Villa a Felipe II, éste se interesará por el tema y concederá las primeras providencias: disponer de materiales de construcción a precios moderados, con ayuda de madera de pinares próximos; que las paredes se hagan sin madera o muy poco, así como que las chimeneas no se hagan sin intervención de oficiales especializados; que se edifique sobre previo plano o traza, con una plaza y calle rectas sin esconces; hacer cortafuegos de ladrillo o piedra cada cierto número de casas; y además se especificaba el orden y manera de las calles y la Plaza Mayor para que las casas y calles tuvieran cierta uniformidad, así como un servicio de velas (bomberos), exenciones para los dueños de las casas siniestradas.
 

 

 

 

Detalle de uno de los soportales de la plaza.

El Ayuntamiento había ya tomado la iniciativa en cuanto a los primeros medios previstos para llevar a cabo la reconstrucción de la villa, y así el 25 de septiembre de 1561, encargaba a Francisco de Salamanca, junto a las primeras medidas urgentes de asentamiento de oficios y tiendas en la plaza, el que haga dos proyectos de trazas de la villa, antes y después del incendio.
 

todas las viviendas construidas en torno a la plaza levantadas sobre soportales

Estos proyectos son entregados rápidamente al Ayuntamiento, y a Felipe II, Francisco de Salamanca, se ganará serios enemigos dentro y fuera del Ayuntamiento, máxime cuando será necesario ampliar la plaza y calles por su irregularidad manifiesta, y por tanto expropiar suelos y casas, ante lo cual la resistencia a dicha expropiación acarreará numerosos pleitos y la creación de una jurisdicción especial para resolverlos.
 

Los problemas empiezan con motivo del comienzo de la labor de replanteo y echar los cordeles según la traza. Algunos de los afectados impugnan los trabajos, alegando incompetencia profesional de Francisco de Salamanca, tomando el Regimiento la decisión de nombrar a dos maestros expertos de cantería, Juan de Escalante y Juan de la Vega, para que le ayuden en esta labor.
 

 

Todo esto va a paralizar las obras y propiciar un nuevo estudio de las trazas por parte de Felipe II y sus arquitectos reales: Juan Bautista de Toledo, Luis de Vega, y posiblemente también Herrera. Así se modificarán las trazas monteas, y también las hechas por Escalante para el nuevo Ayuntamiento, éstas habían sido enviadas al monarca junto a las de Salamanca, para que él escogiera “lo mejor” y habían resultado electas.

De ahí saldrán las trazas definitivas ya corregidas, y la confirmación de Francisco de Salamanca en la dirección del proyecto por la autoridad real.
 

 

 

 

 

estatua del conde se ansurez primer señor y fundador de la ciudad

Francisco de Salamanca que contaba unos 47 años, al comienzo de las obras, colaborará con su cuñado, el arquitecto Pedro de Azcoitía, en la reedificación. La colaboración con arquitectos reales va a ser una constante en la carrera de Salamanca: así, de Gil de Hontañón, aprenderá su sistema de trabajo e influencias manieristas y romanistas; de Villalpando, purismo y monumentalidad; de Gaspar de Vega, técnicas y materiales flamenco-italianos; en resumen, Francisco de Salamanca va a conseguir por sus relaciones con la élite arquitectónica, prestigio como reedificador de Valladolid, a la vez que pionero, puente y síntesis de la tradición arquitectónica civil castellana, ya que con Valladolid, se cancela la urbanística medieval y se comienza la moderna.
A la muerte de Francisco de Salamanca en 1573, sin haber concluido su obra más famosa, la Plaza Mayor de Valladolid y la reconstrucción de su entorno, le sustituye en la dirección de ésta, su hijo Juan de Salamanca, quien había sido su más directo y fiel colaborador, y al que Felipe II le concederá también, al igual que hizo con su padre el título de Criado de Su Majestad.
Respecto a los materiales empleados en la plaza, será el ladrillo el primer elemento. Los ladrillos (y en general todos los materiales utilizados), tenían la misma medida, estipulada por el Regimiento, a fin de unificar la construcción. Se empleará sobre todo en fachadas, dejándolo al descubierto y encalando el resto.
La piedra se utilizaba en cimientos, base muros, y fachada, también diseñada previamente por Salamanca o colaboradores, en soportales. Era una clase de piedra berroqueña gris, de granito más duro y consistente, denominada de Cardeñosa (por ser éste su lugar de origen).
En lo que se refiere a la técnica constructiva, se comienza por aprovechar los materiales de edificios anteriores, se sube la altura de las construcciones con respecto a las que había, pero las casas, siguiendo el módulo impuesto por Salamanca, son estrechas y longitudinales, y no interviene nadie en la reedificación salvo oficiales o maestros en su oficio.

 

panorámica de la plaza con la casa consistorial al frente


La albañilería y carpintería, se realiza siguiendo las condiciones de la traza: madera para viguería y entramado de puertas y ventanas y sus marcos; ladrillo en tapia cortafuegos cada diez casas, fachadas, muros interiores y chimeneas; piedra, tal y como ya hemos señalado, en cimientos, esquinas, pavimento y soportales; yesería en revestimiento de chimeneas, suelos, zócalos, el enlucido de paredes se hace sobre barro echando capa de yeso.
En resumen, hasta los últimos detalles se determinan en la traza, de suerte que aunque la plaza se integre por casas de diversos propietarios, todos los inmuebles tengan la misma altura y diseño, pareciendo un edificio único.
Antes de comenzar el proceso constructivo, se realizaba la contrata de las obras: se pregonaban las condiciones en la Plaza Mayor y demás plazuelas de la zona del mercado, se recibían las posturas de los interesados, y una vez aceptada la última puja por el juez de la traza, se volvía a pregonar en la Plaza Mayor delante de las casas de la Audiencia, por la importancia de los pleitos relacionados con la reedificación. Una vez aceptado el encargo, se concertaba lo referente a costo, plazos materiales y condiciones de la casa, y se comenzaban las obras siempre según la traza general dada.
La casa-tipo, va a estar constituida por soportal con entresuelos, tres pisos de ventanas, balcón con tornapuntas, y buhardas. Se unen en ella las experiencias anteriores y la tradición medieval hispana, las innovaciones surgidas por la aglomeración del centro urbano mercantil, el renacimiento italiano y una suma de influencias que se concretan aquí de forma práctica: armonía de proporciones y espaciamiento de vanos siguiendo el patrón de los palacios florentinos del siglo XV; la regularidad y simetría renacentista; ladrillo a lo mudéjar; innovación flamenca en tejados (buhardas y pizarra en Ayuntamiento), así como en vidrieras y vanos; plantas alargadas y estrechas de urbanística medieval, etc.
Este modelo de casa va a influir en los tipos de casas urbanas que se realizarán a partir de ahora. El espacio será tienda-taller y vivienda conjuntamente, distribuidas en una planta alargada y estrecha: bodega y cubas en los sótanos, taller o tienda en el entresuelo que abre a la calle-soportal, ventanas-galerías en pisos superiores, y solana que aloja cuartos o desvanes, cubiertos por tejado a dos aguas, en el que se practican aberturas (buitreras o buhardas), para la iluminación del interior.
El conjunto de los soportales, van a diferenciarse claramente del resto del edificio por la utilización de la piedra gris de Cardeñosa. La columna toscana marca los ejes y límites en vertical y de separación de módulos de casas, y la portada, también toscana, será el apoyo de los pisos superiores y el enmarque de bajos entresuelos.
Los postigos de las casas a la calle, son de dos hojas a modo de portón de grandes proporciones, ocupando todo el alto del soportal hasta el dintel, para permitir la entrada de carruajes y caballerías hacia el patio interior y también hacia el taller. Pero además, se subdividían en cuatro paños con su herraje correspondiente, practicándose una puerta más pequeña en su mitad inferior sólo para las personas.
Los suelos de soportal serán a base de enlosados de piedra, mientras que el pavimento de la plaza será de encintados y empedrado de cantos de río o relleno de piedra prensada, preparándose el terreno con varias capas de arena, para fiestas taurinas y otros espectáculos.
El soportal presenta una disposición adintelada, siguiendo la tradición castellana de la primera mitad del siglo XVI, estando compuestos por tres elementos fundamentales: la columna, la zapata, y la portada adintelada.
La columna de orden toscano se compone a su vez; de basa, compuesta de toro y escocia (moldura cóncava y convexa), sobre un plinto cuadrado; de caña o fuste cilíndrico liso con un ligero engrosamiento en su mitad; y de capitel toscano sencillo con doble anillo de molduras (collarino y equino en forma de gola redondeada). Este recibe directamente el apoyo de la zapata, y ésta a su vez la carga del dintel exterior sobre el que se eleva el muro de la fachada.
Tanto la basa como el capitel toscanos, debían ser de la misma altura, equivalente a la mitad del diámetro inferior del fuste.
Este mismo modelo de columna se utilizará después en El Escorial y en la Catedral de Valladolid.
La zapata en forma de “S”, queda resaltada en su centro y cara exterior por un círculo abultado, motivo decorativo de tipo herreriano que recuerda el disco solar egipcio. Se crea así un nuevo “orden castellano”, compuesto por zapata y columna toscana que da más altura y elegancia al soportal.
La zapata se empleará también en portadas, aunque actualmente, por la remodelación de los edificios de la Plaza Mayor, aparecen en unos casos ocultas y en otros han desaparecido.
La portada se compone de un orden de pilastras toscanas, zapata y dintel. Las pilastras sostienen los dinteles de piedra que marcan el límite del soportal por arriba y del primer piso en su base. Existe un ritmo de pilastras de los soportales que sólo se rompe por necesidad de abrir puerta a la vivienda. Esta portada clásica cumplirá la función de enmarcar la actividad mercantil y residencial: puerta de calle para la vivienda y la tienda-taller.
El soportal se convierte en un elemento que uniformiza, a la vez que identifica y ordena el espacio desde el punto de vista arquitectónico, caracterizándose por su repetición. Y parafraseando a Alejandro Rebollo, “se podría decir que la Plaza Mayor se convierte en un gran patio de toda la comunidad urbana”, al asemejarse los soportales a los pórticos de los patios interiores de las viviendas.
Respecto al Ayuntamiento, será concebido desde el primer momento, como una pieza clave en el proceso de reedificación. Será el símbolo dela ciudad, eje de la Plaza Mayor, y definidor de su carácter municipal. Será uno de los edificios más interesantes de la arquitectura civil del siglo XVI, a pesar de su desaparición en el siglo XIX y el desconocimiento de sus trazas. El Concejo de la villa encargará en 1561 unas trazas para el nuevo Consistorio, que se edificará en el lado opuesto del antiguo (situado junto a la portada de San Francisco), a Francisco de Salamanca y Juan de Escalante, como ya hemos expuesto anteriormente. Las obras comenzaron en 1564. Era un edificio exento, carente de soportales, y la portada adintelada, con pilastras dóricas sobre ménsulas, arquitrabe montado y cortado por el dintel de la puerta, y el frontispicio encima con dos figuras alegóricas. Tenía seis ventanas, tres a cada lado, y cadenas de sillares en las esquinas, y corredores del Ayuntamiento, siendo el resto muro de ladrillo. La fachada principal se remataba por tejado a cuatro aguas. En 1573, y debido a la muerte de su padre, Juan de Salamanca se hace cargo de las obras, que parecen detenerse en 1576, ante el fallecimiento de éste, sin haberse concluido todavía el edificio. En 1584, ante el deterioro del edificio por no haberse concluido las obras, la Villa envía una petición a Felipe II para que se acabase “lo que se comenzó por mandato suyo”. El Concejo vuelve a encargar trazas para un nuevo proyecto sobre lo ya existente al más famoso arquitecto del momento, Juan de Herrera.
De la ejecución práctica en la terminación del edificio hasta el año 1600, se ocupará Diego de Praves, constructor también de la catedral de Valladolid.
El Consistorio, una vez terminado, era un edificio monumental, que ocupaba todo el lado norte de la Plaza Mayor. Finalizado con torres achapiteladas que sobresalen por encima de la línea de tejados de la plaza, y que contrarrestarán la horizontalidad del edificio.
La Casa de la Panadería es otro de los edificios singulares de la plaza. Ya existía en ésta antes del incendio de 1561, y se proyectará de nueva planta en el mismo lugar. Su función era la de aprovisionamiento de la población, simbolizando la presencia de un gremio, bajo la tutela del Ayuntamiento y la Corona. Dada esta urgente utilidad, la Panadería Nueva se construye rápidamente en 1561; su estructura adolecerá de fallos, por lo que sufrirá un hundimiento en 1585, motivo por el cual, el Regimiento encargará nuevas trazas a Juan Herrera. Este mantuvo los soportales, la proporción de vanos y tejados en su fachada principal, y los materiales utilizados para no desentonar del resto de los edificios de la plaza.
Respecto a la Portada de San Francisco, elemento preexistente a la nueva Plaza Mayor, mantiene sus partes esenciales; portada de entrada al monasterio bajo el soportal, capilla abierta a la plaza en arcos de medio punto, galería de ventanas y armadura del tejado como remate. En 1455 el arzobispo de Toledo, levantó un segundo cuerpo con capilla y arcos abiertos al mercado para que los tratantes pudieran los días festivos oír misa desde la plaza.

vista de la plaza mayor de valladolid


Los dos cuerpos fueron destruidos en el incendio de 1561, y Francisco de Salamanca dispuso un proyecto conforme al nivel de las demás casas de la plaza. El pórtico ofrecía tres columnas diferentes al resto de la Plaza, que se correspondían con otras pilastras que sostenían arcos escarzanos de ladrillo. Sobre éstas cargaba la fachada exterior, decorada con arcos de medio punto peraltado sobre pilastras estriadas y un gran balcón de hierro volado. Los arcos se estofaban o doraban al igual que el balcón de la capilla abierta, y sobre ellos la fachada era plana y con decoración de almohadillado, escudo real en el centro y las armas de Valladolid a los lados. Es posible que con la muerte de Juan de Salamanca, no se llegase a terminar totalmente el edificio, ya que de nuevo Herrera dará en 1585, trazas para la portada.
La Plaza Mayor de Valladolid va a ser el modelo que sirva de fundamento a las demás plazas mayores españolas e hispanoamericanas, al ser la primera plaza mayor regular. Con ella se cancela la urbanística medieval y empieza la moderna; la plaza mayor se va a convertir en el símbolo de la ciudad, con su edificio de Ayuntamiento presidiendo la actividad comercial de las mismas, sirviendo además de estrado real para presenciar espectáculos y fiestas.
La Plaza Mayor se reconstruye en estilo herreriano y Austria, concebida como una unidad con todo el conjunto urbano, aunque individualizada del entorno, por tamaño y función. La visión urbana de la ciudad se transforma, se revalorizan las calles (Felipe II ordena a Salamanca que organice el nuevo trazado partiendo de las calles), se produce una supeditación de la casa a la calle, y una preocupación por trazar calles anchas y rectas. Simetría que también se aprecia en los alzados de las casas, desapareciendo las desigualdades en altura y dirección. Al estilo herreriano manifestado en la horizontalidad de las fachadas y arquitrabamiento de los soportales, se unirá la permanencia de elementos tradicionales, ladrillo, arcos de descarga, zapatas.

 

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