PLAZA MAYOR (SALAMANCA)

 

Panorámica de la fachada de la Casa Consistorial, edificio ubicado en el interior de esta Plaza.

 

La ciudad salmantina se halla situada a orillas del río Tormes, sobre tres colinas que confieren al cuerpo urbano central una estructura escalonada que culmina en la catedral. Este sector nuclear se halla centrado en la Plaza Mayor y presenta diversidad de formas, en las que alternan el trazado más o menos ortogonal y las callejas irregulares.

 


 

El núcleo primitivo de la ciudad de Salamanca se eleva sobre una loma que existía entre los arroyos de los Milagros y de San Pablo. En lo más escarpado de la loma existía un Alcázar dominando el Puente Romano por lo que penetraba la Calzada de la Plata, principal eje viario que atravesaba toda la ciudad de norte a sur. La muralla primitiva rodeaba este primer núcleo urbano y a su derecha, a espaldas de la iglesia mayor Santa María de la Sede, se abría una Plaza, hasta el momento, lo más importante de la ciudad.
 

En ella se hallaba instalado el mercado estable y por eso recibía los nombres de Zoco o Azogue Viejo.

Pero dicho lugar iba a quedar pronto a trasmano, ante el incipiente crecimiento de la ciudad de Salamanca.

Debido a la expansión urbana que sufrió la villa, hubo que buscar un nuevo centro geográfico donde instalar, de nuevo, el mercado.
 

Aquel centro surgió en la encrucijada de los caminos que llevaban hacia Zamora y Béjar.

Precisamente en este lugar existía una plaza o corral a espaldas de la importante parroquia de San Martín, plaza que pronto asumió el puesto de las Azogue o Zoco.

En la Plaza de San Martín se daban una serie de circunstancias que hacían fácil se acceso como que era el punto equidistante de todas las puertas de la cerca y en ella confluían prácticamente todas las calles de la ciudad.

 

 

 

 


 

Parte superior de la Casa Consistorial. El edificio es un palacio barroco del año 1752.

La Plaza Mayor de Salamanca consta de ochenta y ocho pórticos de medio punto sobre sus fuertes pilares.
Por tanto, la Plaza de San Martín fue el origen de la actual Plaza Mayor de Salamanca. En ella se instaló el mercado estable, con toda clase de mercaderías. Los mercaderes que ofrecían sus productos en este lugar, no sólo tenían sus puestos de trueque y venta, sino también en lo posible su propia vivienda.
Pero el proceso de traslado completo a la Plaza de San Martín por parte de los comerciantes de la ciudad, fue lenta y duró prácticamente toda la Edad Media. Sin embargo, el Concejo fue el más rápido de todos ya que debió trasladar su lugar de encuentro de la Puerta del Sol a la Plaza de San Martín, muy tempranamente aunque la nueva Casa Consistorial no se levantó, por orden de los Reyes Católicos, hasta 1485.

arcos de medio punto de las columnas de la plaza

Esta plaza servía no sólo como lugar donde se celebraba el mercado sino también donde tenían lugar los festejos y espectáculos públicos, motivos éstos que influyeron, de manera decisiva, para la creación de una plaza mayor de Salamanca.
Era por tanto, necesario crear un espacio digno de los festejos ciudadanos y multiplicar el número de claros y balcones donde albergar el número creciente de espectadores.
 

El 10 de mayo de 1729 comenzaban las obras de acondicionamiento de la nueva Plaza Mayor de Salamanca según una cédula de Felipe V en la que concedía el permiso para iniciar las obras. El Consejo de Castilla había mandado órdenes muy precisas sobre el saneamiento, empedrado y rectificación de las calles y plazas salmantinas, adelantándose en más de medio siglo a la política reformista que había que llevar a cabo Carlos III.


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Detalle ornamental de una de las fachadas de la plaza

Aunque el promotor fundamental de la creación de una plaza con que dotar a la ciudad de Salamanca, fue el Corregidor Rodrigo Caballero y Llanes, hombre dinámico con una mentalidad racionalista e ilustrada, que se interesó no sólo por los problemas de la fortificación militar sino también del urbanismo de esta población.
 

A pesar de que el rey Felipe V había concedido el permiso para la construcción de la nueva plaza, el elevado coste que iba a suponer su creación, no hacía posible que la corona se hiciera cargo de los mismos, luego la iniciativa de su construcción no se debe al monarca sino al Ayuntamiento de Salamanca, que sufragó la parte económica.
 

El Corregidor, Rodrigo Caballero, ordenó al arquitecto Alberto de Churriguera, maestro mayor de la catedral, el proyecto para alzar la nueva plaza. Se tomaron como modelos célebres de ordenamiento urbano en España, la Plaza Mayor de Madrid, la del Ochavo de Valladolid y la del Cuadrado de Córdoba. Conocidos los orígenes medievales de la plaza mayor española, en la que se entrecruzaron influencias musulmanas y francesas y que pasaron de ser meros lugares donde se celebraban mercados para convertirse en foros de reunión y de celebración de espectáculos, además, la plaza mayor se convirtió en la confluencia de los principales ejes viarios y necesitó de la existencia de soportales abiertos en la planta baja de sus casas para albergar los puestos del mercado y la multiplicidad de pisos y balcones para acoger a mayor número de espectadores. Estos eran pues, los antecedentes que sirvieron para la construcción de la nueva Plaza de Salamanca.

 




 

Balconada perteneciente a la Casa Consitorial

 

Pero fue la Plaza Mayor de Madrid la que sirvió de arquetipo a la de Salamanca, tanto por su antigüedad como por su particular belleza. Además, no hay que olvidar que el arquitecto encargado de la Plaza Mayor de Salamanca, era madrileño y por tanto, conocía de sobra la plaza de la ciudad natal. Aunque por una serie de características arquitectónicas y por lo tardío de su fecha, la Plaza Corredera de Córdoba, es la que más se asemeja a la plaza de Salamanca.
Aunque el arquitecto Alberto de Churriguera había firmado los planos de esta nueva plaza en 1728, no obtuvo el nombramiento del maestro mayor hasta un año más tarde. A él se le debe la finalización de las obras de la Catedral Nueva de Salamanca y se esforzó en proyectar la Plaza Mayor de esta ciudad con regularidad, que su planta se acercara a un cuadrado perfecto aunque esto no lo logró, ya que por uno de sus lados, se encontraba la iglesia de san Martín y por otro de los laterales, las casas del mayorazgo, intocables por aquel entonces según la legislación.
Los planos de la planta general de la plaza, firmados en 1741 son los primeros que se conservan en el Archivo del Ayuntamiento de Madrid y son obra del sobrino de Alberto de Churriguera, Manuel de Larra Churriguera que sigue la idea general de su tío.
 

Alberto de Churriguera que había nacido en Madrid en 1676, contaba con cincuenta y tres años cuando se hizo cargo de la construcción de la Plaza Mayor. El arquitecto intentó que en el lado norte de la misma, las viviendas se alinearan de forma regular y colocó en el centro la nueva y amplia Casa Consistorial y además redactó once condiciones, que aún se conservan, sobre las cuales se habían de edificar los dos primeros pabellones de la plaza. En ella se describen las líneas fundamentales de la construcción en lo concerniente a cimientos, sótanos, bodegas, soportales, paredes maestras y fachadas.

Los pórticos y fachadas que miraban al recinto de la plaza debían hacerse, en sus cuatro primeras hiladas, con piedra de la Pinilla y de allí en adelante, con piedra franca de Villamayor, incluidos los arcos, las ventanas, los balaustres y la talla de pilastras, molduras, bustos y estatuas. Los balcones corridos habían de ser de hierro labrado, las techumbres de los soportales se formarían con vigas de pino de Navarredonda, alternando con bovedillas. Las paredes maestras de las casas serían de mampostería tocas y los tabiques interiores de ladrillo mientras que los forjados serían de yeso. La ejecución de la plaza, en su primera fase, que dirigió personalmente Alberto de Churriguera, se cumplió con absoluta fidelidad al proyecto original de este arquitecto.
 

Al poco tiempo de comenzar las obras de la plaza, un joven arquitecto, el gallego Andrés García de Quiñones mandó un memorial al alcalde de la ciudad de Salamanca, proponiendo ser él, el autor del frontis del pabellón real. El dibujo del frontis de García Quiñones, resultaba ser mucho más aparatoso que el que había creado el maestro mayor de las obras, Alberto de Churriguera.

El joven artista proponía algo más adulador para la monarquía ya que según el proyecto de García Quiñones se multiplican las coronas como remate de las pilastras de los primeros pisos y, en lugar del medallón de San Fernando sobre el arco central del Pabellón real, sitúa el retrato de la pareja reinante, Felipe V e Isabel de Farnesio.
Este plano deslucía, por tanto, el que había previsto el arquitecto de la plaza, Alberto de Churriguera, para el frontis del Pabellón real. Este artista nunca quiso realizar una plaza real a la francesa sino un espacio con clara misión de servir a la ciudad y a sus necesidades mercantiles, festivas y de tráfico, así como la intención de asentar la sede del Concejo. Por eso, en su proyecto sobre el Pabellón Real, apenas había referencias a la corona. En cambio lo que si adquiere una gran importancia, es la Casa Consistorial cuyo edificio preside el conjunto de la plaza.
La ciudad de Salamanca, como dijimos anteriormente, fue quien costeó por entero su Plaza Mayor, ya que el solar pertenecía a la misma y sólo permitió construir a los particulares que tenían derechos adquiridos de poseer viviendas anteriores al comienzo de la edificación. Por tanto, no es de extrañar que el edificio del Ayuntamiento destaque, arquitectónicamente, por encima del resto de los que se construyeron en torno a la plaza. Pero por deferencia con la corona, cuyo respeto y veneración estaban entonces profundamente arraigadas en los sentimientos del pueblo, se admitió que las armas reales presidieran en un lugar destacado uno de los pabellones junto con la imagen de San Fernando, patrono de la monarquía española.


La Plaza de Salamanca acoge pues, las efigies de los reyes que aparecen en los medallones de los lienzos y por esta razón éstos recibieron el nombre de Pabellón Real. Abarcan de izquierda a derecha la serie completa de los monarcas castellanos desde Alfonso XI hasta Fernando VI, y el retrato de Felipe V se repite dos veces ya que este monarca gobernó dos veces, la primera antes de la abdicación en su hijo Luis I y la segunda, tras la prematura muerte de éste. Este conjunto de medallones se concibió más que como un ensalzamiento de los reyes, como una evocación de la historia de España.
Una vez finalizada la construcción del Pabellón Real se comenzó el de San Martín donde se realizaron medallones en memoria de algunos héroes de nuestra historia como guerreros, capitanes, descubridores o conquistadores.
El escultor Alejandro Carnicero fue el encargado de esculpir las efigies de los reyes en los medallones del Pabellón Real. Estos medallones iban policromados y dorados, de los que todavía se conservan claros vestigios. Parece ser que este mismo escultor fue quien realizó la serie de medallones destinados a héroes españoles que se esculpieron en el lienzo de San Martín, aunque sobre este aspecto no hay ningún documento que lo demuestre de manera certera. En relación a los materiales empleados en la primera fase de la obra de construcción de la Plaza Mayor de Salamanca, no fueron preciosos o excesivamente costosos como el mármol o el jaspe, ni siquiera para revestimiento del Salón Consistorial del Ayuntamiento. Sólo hay datos que en 1752 se adquirieron seis piezas de mármol para tallar en ellas los escudos de las armas reales y de la ciudad con destino a la fachada de la Casa Consistorial. Precisamente, fue el Ayuntamiento de Salamanca quien costeó los gastos de este primer periodo de las obras de su Plaza Mayor que comenzaron en 1729 y se prolongaron hasta 1733. Fue en este año cuando el Concejo decidió la creación de un nuevo edificio donde ubicar la Casa Consistorial ya que el viejo no estaba en consonancia con la belleza de los dos lienzos ya construidos en esta plaza. Para conseguir este fin, se ordenó a los propietarios de las casas particulares que levantasen las nuevas fachadas de acuerdo con las nuevas edificaciones y en caso de no disponer de medios para hacerlo, vender sus viviendas a la ciudad. Ante esta situación, la Cámara de Castilla respondió que no permitiría la licencia para comenzar la obra de la nueva Casa consistorial hasta que no se consiguiese el consentimiento de todos los propietarios interesados en la construcción de las casas situadas en las aceras que faltaban. Por tanto y en espera de que los propietarios mostraran su conformidad en alzar sus fachadas según el proyecto de Alberto de Churriguera o en caso contrario, entregarlas al Ayuntamiento para que se encargara de tal cometido, las obras de la Plaza Mayor quedaron interrumpidas desde 1733 hasta 1750. Cuando se reanudó la segunda fase de la plaza, el Ayuntamiento ya no se hacía cargo de la totalidad de las edificaciones, solamente intervendrían en aquellos casos donde los particulares no querían o no podían levantar sus fachadas, según el proyecto aprobado por el Concejo de Castilla. El artista gallego, Andrés García de Quiñones, fue nombrado maestro mayor, por haber sido preferido su proyecto al de Manuel de Lara Churriguera por el Concejo de Castilla, finalizándose la obra por completo en 1756.
La Casa consistorial, retocada sucesivamente, se proyectó en 1745 en el lado norte de la plaza.
El edificio es un palacio barroco que destaca sobre la horizontalidad de la plaza y rompe su uniformidad, al mismo tiempo que centra su atención en el lado permanentemente soleado del rectángulo. Con pórtico inferior, balcón presidencial en la segunda planta, fuerte molduración de las impostas a modo cornisa y tercera planta, que como la anterior abre ventanas bajo frontones. En 1752 se alzó la espadaña ocupando el centro de la balaustrada, siguiendo las líneas maestras de la originaria proyectada por García de Quiñones y en sus huecos se colocaron tres campanas fundidas por Salvador Raurell y a sus pies se instaló la esfera de un reloj. Junto a la espadaña se alzaron cuatro esculturas en representación de la Agricultura, el Comercio, la Industria y la Astronomía que fueron esculpidas por el profesor de dibujo de la Escuela de Bellas Artes de San Eloy, Isidoro Celaya. La plaza tiene ochenta y ocho pórticos de medio punto sobre fuertes pilares, con medallones tallados en piedra franca que parecen de mármol por estar pintados de blanco. A partir de 1967 se puso en marcha de nuevo el proyecto municipal de ir rellenando algunos de estos medallones vacíos, prevaleciendo el criterio de encargarlos a diferentes artistas salmantinos. Los medallones serían dedicados a aquellos personajes ilustres vinculados a la ciudad de Salamanca, bien por su nacimiento, bien por su presencia en ella, o por la repercusión de la ciudad en la obra literaria del personaje en cuestión. El Museo de la ciudad conserva los proyectos de Alberto de Churriguera para la plaza, y la maqueta para el Ayuntamiento de Andrés García de Quiñones, en la que se preveían dos cúpulas que no llegaron a realizarse. La Plaza Mayor de Salamanca pertenece por entero a la tipología de plaza tradicional castellana, como las de Valladolid, Madrid o Córdoba. Pero a diferencia de éstas, renacentista la de Valladolid, herreriana de la Madrid y barroca la de Córdoba, el estilo de la de Salamanca corresponde al barroco tardío y algo más exuberante que, por ejemplo, el de la Plaza de la corredera de Córdoba.
Por todo ello, la Plaza de Salamanca ha merecido y sigue mereciendo los elogios más unánimes de cuantos se han ocupado de ellas, considerándola como la más bella de España y una de las más hermosas de Europa.
 

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