PLAZA MAYOR (MADRID)

 

El estreno oficial de la Plaza Mayor de Madrid tuvo lugar en 1620 con motivo de las fiestas organizadas para celebrar la beatificación de San Isidro, patrón de Madrid
 



Las primeras noticias que se tienen de Madrid se remontan a tiempos del emir Muhamma I (852 -886), quien mandó construir en la orilla del Manzanares una fortaleza.
En torno a este recinto amurallado fue creciendo la villa de Madrid hasta que el rey cristiano, Alfonso VI, la incluyó definitivamente a los territorios ganados al – Andalus. Pero la ciudad de Madrid no cobraría verdadera importancia hasta el momento en que Felipe II trasladó allí la corte, en 1561, dada su privilegiada situación geográfica, al estar situada en el centro de la península. Ante el rápido crecimiento de su población, Madrid tuvo que extenderse hacia los arrabales fuera del recinto medieval.

Fue en esta zona conocida como “El Arrabal”, en la que existía una laguna llamada de Luján, donde se alzó una plaza como centro comercial del nuevo barrio de extramuros a la que se le dio el nombre de Plaza del Arrabal y que con el tiempo se convertiría en la Plaza Mayor.
Según las disposiciones de los Reyes Católicos, esta Plaza del Arrabal comenzó a regularizarse hacia 1494 para el modo en el que debían establecerse las tiendas.

Esta plaza no era muy grande y se encontraba bordeada por casas pequeñas, con soportales apoyados sobre pies derechos de madera no demasiado estético de la plaza.
 

Cuando Felipe II llega a la monarquía, ya existían precedentes de querer cambiar la fachada de esta plaza y se sabe que en 1600 se les pidió a los vecinos de las casas que labraran sus viviendas iguales con el fin de poder dar mayor armonía al conjunto.


Finalmente en 1608, Felipe II ordenó al arquitecto Juan Gómez de Mora la elaboración de un proyecto por el que la Plaza del Arrabal, que ya empezaba a conocerse como Plaza Mayor, quedara cuadrada y regularizada, conforme a los tiempos y la situación cortesana de Madrid.

 

 

 

 

Monumento ecuestre en bronce que preside el centro de la plaza, representa al rey Felipe III

 

Años antes, otro arquitecto, Juan de Herrera, cuyo discípulo había sido Francisco de Mora, ya había realizado anteriores proyectos de regulación de dicha plaza, aunque sin alcanzar ningún éxito.
La nueva plaza comenzó a construirse en 1617 y dos años más tarde se daban por concluidas las obras cuyo coste podrían haber alcanzado un valor cercano al millón de ducados. Ciento treinta y seis casas con soportales formaban esta plaza que disponía de cuatrocientos treinta y siete balcones y casi cuatro mil vecinos se alojaron en ella.

Panorámica de la plaza

 

En este primer proyecto no se concibió la plaza con un espacio cerrado. La concepción actual de la misma apenas tiene que ver con el primitivo plan de Gómez de Mora.
En la parte sur se levantó la Real Casa de la Panadería, destinada en su parte baja a la venta del pan, mientras que su planta superior albergaba las habitaciones de los Reyes, que desde el balcón corrido de la fachada, presidían las grandes fiestas que se celebraban en este recinto.

En el lado norte de la nueva Plaza Mayor se levantó la Casa de la Carnicería que servía indistintamente a los vecinos de la villa que a los forasteros, a diferencia de las que existían anteriormente.

El resto de los comercios se estableció en los locales bajo los porches, lo que hizo de esta plaza, el auténtico centro neurálgico de Madrid.
 

El estreno oficial de la Plaza Mayor de Madrid tuvo lugar en 1620 con motivo de las fiestas organizadas para celebrar la beatificación de San Isidro, patrón de Madrid.

La primera proclamación a la que asistió esta joven plaza fue la del rey Felipe IV, en 1621 y el primer auto de fe que se celebró en este recinto, fue el que llevó a cabo la Inquisición en 1624, que juzgó a un hombre por haberse hecho pasar por sacerdote.
 

La llegada en 1623 del príncipe de Gales, que luego sería Carlos I de Inglaterra, a Madrid para concertar su enlace, que no llegó a celebrarse, con la hermana de Felipe IV, la Infanta Doña María, también fue motivo de festejos que tuvieron lugar en la Plaza Mayor.

Cinco años más tarde, esta plaza se engalanaba nuevamente para celebrar la boda de la Infanta Doña María, anterior prometida del príncipe de Gales, con el rey de Hungría.

Otro motivo de celebramiento de festejos y ceremonias en esta plaza, fue la entrada pública de la reina Mariana de Austria, segunda esposa de Felipe IV, en la corte que la esperaba, en noviembre de 1645.
 

Durante el reinado de Carlos II, la Plaza Mayor de Madrid siguió contemplando importantes eventos, como las corridas taurinas que tuvieron lugar en dicha plaza, con motivo de la entrada de María Luisa de Orleans, primera esposa del monarca.

 

 

interior de un soportal

 

En cambio en ese mismo año, 1680, tuvo lugar en este recinto, el auto de fe más prolongado y tremendo de cuantos habían tenido lugar en la plaza.
 

Más de cien reos fueron ajusticiados en presencia de los reyes, que contemplaron tan dantesco espectáculo desde un balcón que se hizo delante de la Casa de la Carnicería.
 

Por tanto, el nacimiento de la Plaza Mayor se debía, fundamentalmente, a tres objetivos, uno el de servir como mercado habitual de los madrileños; otro, como el gran escenario donde se celebraban grandes fiestas barrocas, propias de aquella Corte, todavía la más poderosa del mundo y por último, el tercero de los objetivos sería el de servir como foro donde habían de desarrollarse algunos de los acontecimientos históricos más importantes de la época.
 

 

 

 

 

soportal de la plaza

 

En la Plaza Mayor se organizaron numerosos festejos taurinos, a los que eran muy aficionados los vecinos de la villa, para conmemorar cualquier celebración sea cual fuere el motivo de ésta.
Tres importantes incendios hicieron estragos en la plaza, que tuvo que sufrir posteriores reformas.
 

El primero de ellos tuvo lugar en 1631, y destrozó sesenta de las sesenta y ocho casas que la formaban aunque no fue lo suficientemente importante como para acometer una nueva construcción.

El mismo Gómez de Mora reconstruyó las partes destruidas repitiendo el mismo diseño que había establecido pocos años atrás.
 

 

soportal de la plaza

Tras este suceso, los festejos volvieron de nuevo a la plaza para regocijo de sus vecinos aunque el miedo a que pudiera ocurrir un nuevo incendio hizo que , por una disposición de 1632, se prohibiera la existencia en la plaza de confiteros, pasteleros y bodegoneros.

Pero en 1672, después de corridos los toros de Santa Ana, un violento incendio sacudió por segunda vez, los cimientos del recinto.

Aquellas llamas destruyeron prácticamente el edificio de la Casa de la Panadería, de la que sólo se salvó la planta baja. Se encargó de la reconstrucción el arquitecto Donoso que prácticamente levantó un nuevo edificio, ya que cambió la silueta general de la edificación, quedando del primitivo, el pórtico de Gómez de Mora.

De entonces es el escudo que hay sobre el balcón real, ocupando lo que antes eran dos balcones en los pisos superiores.
 

Se colocó una barandilla sobre la cornisa que servía también como balcón para las fiestas y que desapareció en el siglo XIX y se puso el escudo de hierro coronado que todavía remataba el edificio.

 

 

 

 

detalle ornamental de una fachada de la plaza

 

Las bóvedas de los salones del piso principal fueron pintadas por Donoso y Claudio Coello y la reconstrucción de la Casa de la Panadería no se finalizó hasta 1674.
 

Aún le quedaba a la Plaza Mayor de Madrid vivir un tercer incendio. Éste se produjo en 1790 y fue el más importante de los que hasta entonces había sufrido este recinto. Las llamas comenzaron por el portal llamado de Palos, el que corre desde el Arco de Cuchilleros al de Botoneras y duró tres días, destruyendo todo el lado y parte del arco de la calle de Toledo.

El arquitecto Juan de Villanueva sería el encargado de reconstruir la nueva plaza hasta su fallecimiento en 1811.

A partir de esta fecha, los arquitectos sucesores del anterior dirigieron las obras, siguiendo el primitivo plan de Villanueva, variando tan sólo la forma de los arcos rebajados que dispuso para la entrada de las calles, construyéndolos de medio punto y necesaria elevación.

 

 

 

una de las entradas a la plaza

 

La obra duró hasta 1853, realizándose en 1845 una explanada elíptica central y nivelando el paso de los portales en las entradas de arcos y bocacalles, con lo que quedaba alrededor de la plaza un gran paseo cubierto. El encargado de rematar estas obras fue el arquitecto custodio Moreno.
La nueva concepción de la Plaza Mayor tenía poco que ver con la visión que de la misma tenía su primer arquitecto Gómez Mora. La nueva plaza se concibió como un espacio enteramente cerrado, tal como hoy conocemos.
Villanueva introdujo importantes modificaciones: una de ellas fue la supresión de un piso en toda la plaza, definiendo una línea de continuidad en la cornisa enrasada con la Casa de la Panadería y evitando el “achatamiento” de los dos edificios municipales, como aparecían en la solución de Gómez de Mora.

Otro cambio aún más significativo fue la decisión de cerrar la plaza totalmente. Según un complejo plan de jerarquizaciones y articulaciones simétricas, jugando también con el volumen de los edificios representativos.

Por tanto, Juan de Villanueva consigue una disposición ordenada de arcos que recogen la embocadura de las calles, ocultando otros accesos y componiendo arcos simétricos de los primeros, que sólo tienen una función compositiva.

Un siglo antes, a principios del XVIII, cuando llega al trono el primer Borbón, Felipe V, la Plaza Mayor comienza a ver mermada su posibilidad de hacer un coso taurino, ya que el nuevo monarca traía gustos, modos y usos franceses a los que nunca se acostumbraron los madrileños, como por ejemplo ver reducido el número de corridas de toros, que hasta el momento se celebraban habitualmente en dicha plaza.

A mediados de este siglo comienza, además, la construcción de una plaza de toros permanente, de madera, en las afueras de la Puerta de Alcalá. La creación de esta plaza de toros supuso para la Plaza Mayor el fin de una de sus más importantes ocasiones de festejos.
A partir de 1788, cuando llega al trono Carlos IV, esta plaza, también, habría de presenciar como otra de sus originarias funciones para las que fue creada, se iba perdiendo.

Ahora, la Plaza Mayor dejaba de ser mercado ya que los comerciantes comenzaban a trasladarse una a una de las plazuelas que existían alrededor llamada de La Cebada.

Con la llegada del siglo XVIII, la Plaza Mayor de Madrid se inicia en un período tumultuoso al ser testigo de importantes sucesos históricos que llevan a la plaza a cambiar de nombre en numerosas ocasiones, y a ver transformada parte de los encantos que podía ofrecer a los vecinos de la Villa de Madrid.

 

 

vista panorámica de la casa de la panadería

Con la dominación francesa a principios de siglo XVIII, esta plaza fue escenario de una durísima represión y en ella se ejecutaron a un gran número de patriotas que habían luchado contra las tropas francesas, en defensa del pueblo de Madrid. Aunque las ejecuciones habían sido trasladadas a la Plaza de La Cebada por retirarlas de un sitio tan crítico como la Plaza Mayor, cuando llegaron los franceses decidieron que fuera en este recinto donde se acabara con la vida de algunos vecinos.


 

En 1812, al promulgarse la Constitución de Cádiz, la plaza será denominada Plaza de la Constitución. En este mismo año se levantaron arcos triunfales para recibir las tropas del duque de Wellington.

Pero los sucesos y acontecimientos políticos con la supresión de la vigencia constitucional por orden del monarca Fernando VII, hicieron que de la plaza fuera arrancada la lápida de Plaza de la Constitución por Plaza Real. En 1820 volvió a tomar el nombre de Plaza de la Constitución, y en esta época fue testigo de una batalla, en 1822, entre la Guardia Real sublevada en pro de un regreso al absolutismo y la Milicia Nacional. Cuando Fernando VII decide instaurar una monarquía absolutista, la plaza es de nuevo llamada, Plaza Real.

La lápida fue arrancada por el populacho a la entrada a la entrada en Madrid del duque de Angulema al frente del ejército francés Los Cien Mil hijos de San Luis. En ella, el rey festejó sus célebres bodas con María Cristina, que tanta repercusión política tuvieron.

Ésta sería la reina que a la muerte de su marido tendría que hacerse cargo de la Regencia, en tanto en cuanto, la sucesora a la corona, la futura Isabel II. Fuera mayor de edad.
 

En 1847 se reforma el piso de la plaza, se le pone alumbrado de gas, se coloca un jardín, modificando definitivamente el carácter de la plaza, que deja de ser un escenario de fiestas y mercados abierto para convertirse en un lugar de estancia y paseo público y, se comienza a levantar el pedestal para colocar la estatua de Felipe III, a iniciativa de Mesonero Romanos, en homenaje al primer rey que mandó construir una Plaza Mayor para uso y disfrute del pueblo madrileño.
 

Este monumento ecuestre, obra de Juan de Bolonia y terminado por Pedro Tacca, tuvo su primer emplazamiento en la Casa de Campo.

 

detalle de la fachada

 

 

 

Más tarde, siendo ya reina Isabel II, fue colocado en medio de la Plaza Mayor con una inscripción que reza así: “La Reina Isabel II, a solicitud del Ayuntamiento de Madrid, mandó colocar en este sitio la estatua del rey Felipe III, hijo de esta villa, que restituyó a ella la corte en 1606, y en 1619 hizo construir esta Plaza Mayor. Año de 1848”.
Parece ser que fue de una taberna de esta plaza, de donde salieron los que dispararon en la calle Arenal contra el rey Amadeo y la reina María Victoria, en las revueltas de 1872.
Con la llegada de la República, que dio por finalizado el reinado de Isabel II y posteriormente el de Amadeo I, el punto neurálgico de la capital española se convierte, de nuevo, en uno de los focos donde se vivieron las revueltas políticas.
 

Los nuevos acontecimientos de 1873 convierten este lugar en Plaza de la República y un año más tarde en Plaza de la República Federal. En este tiempo se ordenó la retirada de la estatua de Felipe III, hasta que en 1874 es de nuevo restituida en su lugar, en medio de la que ahora se denominaba Plaza de la Constitución.
 

Con este nuevo nombre y con la llegada de los primeros días de la restauración de Alfonso XII, la plaza ve en 1877 la inauguración de la línea de tranvías “Plaza Mayor – Carabancheles”, tirados con tracción animal en un principio hasta que en 1879 se inaugura la tracción eléctrica.

En 1880, la Casa de la Panadería sufre una nueva restauración, con motivo del centenario de Calderón de la Barca que realiza el arquitecto Joaquín María de la Vega. A partir de 1927 comienza el mercado filatélico de la plaza, que se sigue celebrando tradicionalmente todos los domingos por la mañana.

 


 

arco de cuchilleros

 

En 1961, la Plaza Mayor de Madrid sufre de nuevo reformas con las que se pretende devolver a la plaza el carácter representativo conservando su misión popular. Se erradican las paralelas de tranvías de su interior, se revocan las fachadas, se restaura la Casa de la Panadería, desaparecen los niveles de la Plaza. Queda instalado el reloj eléctrico con un carrillón de once campanas electrónicas, se colocan faroles y en la zona central cuatro candelabros con cinco faroles cada uno correspondiendo a un estilo del siglo XIX, todo ello sobre los 12.000 metros cuadrados que la plaza tiene de superficie. Las reformas, que supusieron para el Ayuntamiento de Madrid un desembolso de unos veinticinco millones de pesetas, continuaron con la construcción de un aparcamiento subterráneo, reforma del pavimento y realización de las cubiertas de pizarra actuales, que cubren numerosas irregularidades constructivas.
La Plaza Mayor ha quedado destinada, definitivamente, al peatón y en junio de 1971, fue de nuevo colocada la estatua de Felipe III a caballo en el centro del cuadrilátero de la misma.
 

A finales de los años ochenta, la plaza ha visto colocados de nuevo andamios, aunque en este caso, las obras han consistido más en un “lavado de cara” que en otra cosa.

La Plaza Mayor ha recuperado el color teja para sus paredes y fachadas, tal y como había sido concebida en un principio.

 

 

 

 

 

 

arco de cuchilleros

Con la restauración de fachadas se ja vuelto al revoco característico usado por Juan de Villanueva, de color ocre – rosáceo y suave satinado, se han recuperado, también los pilares, dinteles y voladizos de balcones. El paso del tiempo y las numerosas reformas que han llevado a cabo los distintos ayuntamientos madrileños, habían hecho desaparecer el color primitivo de la piedra con que se fue construida la plaza.
La Plaza Mayor de Madrid sigue siendo hoy un espacio vivo y dinámico que no ha perdido su papel activo en el conjunto de la vida urbana madrileña. Este recinto se ha convertido en uno de los espacios más representativos de la ciudad y en una imagen emblemática, dado su valor arquitectónico y monumental. Junto a la de Valladolid y Salamanca, la de Madrid, es una de las primeras plazas que pertenecen a la categoría de “programadas” y sus orígenes arquitectónicos están en la Plaza Mayor de Valladolid, la primera regular de España. La Plaza Mayor de Madrid, cerrada y soportalada, tiene tres alturas en sus edificios. Estas viviendas disponen, todas ellas, de balcones individuales y su parte superior está recubierta por pizarra. A esta plaza se puede acceder por algunos puntos situados en los lados de su cuadrilátero, con forma de arco de medio punto.
El edificio más interesante de la Plaza Mayor es sin duda, el de la Casa de la Panadería, reconstruida en numerosas ocasiones debido a los incendios que sufrió y al paso del tiempo. A mitad del siglo XVIII, se instaló en la Casa de la Panadería la Academia de Bellas Artes de San Fernando, precisamente en los salones que hasta entonces habían ocupado los reyes en las fiestas. Allí permaneció la Academia hasta su traslado en 1774, a su actual domicilio, en la calle de Alcalá.
En la actualidad, la Casa de la Panadería se halla ocupada por el Archivo de la Villa, en cuya parte central se guardan dos curiosidades madrileñas: la veleta antigua de la Casa de Cisneros y la estatua de Diana, que con el nombre de la Mariblanca, presidió la primera fuente de la Puerta del Sol.
Como se ha visto hasta ahora, la Plaza Mayor ha sido uno de los puntos más importantes de la capital española y una de las plazas más bellas de la ciudad. Sin embargo, por ser un recinto “programado”, en ella no se alzó el edificio que había de dar cobijo al Concejo de Madrid. Fue precisamente, en un terreno muy próximo a la Plaza Mayor donde se construyó el Ayuntamiento. El nuevo edificio, situado en la Plaza de la Villa, se levanta casi al mismo tiempo que la Plaza Mayor, en 1620. Su arquitecto fue, también Juan Gómez de Mora al que sucedieron José de Villarroel y Teodoro de Ardemans. Juan de Villanueva fue otro de los artistas que dejó su impronta personal en la nueva Casa consistorial. A este arquitecto se le debe el Gran Balcón que da a la calle Mayor.
 

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