Todas las viviendas de la plaza están encaladas y poseen balcones voleados con
rejas de hierro
Emplazada en la colina de la sierra de
la Mosca, a veintidós kilómetros del Tajo, Cáceres fue un primer núcleo urbano
correspondiente a la época romana.
Se convirtió en una plaza fuerte muy codiciada, que permaneció largo tiempo en disputa.
Los esfuerzos para reconquistarla definitivamente se prolongaron durante cerca de cincuenta años, desde el sitio de Fernando II en 1184, hasta la casi ininterrumpida serie de asedios iniciada por Alfonso IX en 1218 y que concluyó con la caída de la plaza en 1227.
La vieja muralla romana de Cáceres abre sus puertas a la plaza entre las torres del “Bujaco, Humo y de los Púlpitos”
La Orden de Santiago
nació en Cáceres, en 1170, durante una transitoria reconquista de Fernando II de
León, cuya iglesia es la actual dedicada a Santiago Apóstol.
Esta ciudad aún
conserva parte de los restos de la muralla romana. Los almohades se encargaron
de rehacer el recinto hacia el siglo XII y lo reforzaron con varias torres, como
la
del Bujaco, Redonda o Desmochada, que configuran el armonioso conjunto
monumental del Barrio Antiguo de Cáceres.
Pero esta ciudad fue salpicada de otros interesantes edificios monumentales como
el Templo de Santiago, fechado en el siglo XII y reformado en el siglo XVI, el
de San Juan, del XII, el Seminario Viejo, del XVI, el Convento de Santa Clara,
siglo XVII con fachada renacentista, y los palacios de Godoy, maravilla del
Renacimiento, de los Carvajales, gótico, de los Galarza, de los marqueses de la
Isla, el palacio del Duque de Abrantes, y el Palacio de los Golfines de Abajo.
La
iglesia de San Mateo, con portada plateresca, junto a ella la Casa de las
Cigüeñas, del siglo XV, la Casa de los Veletas, con interesante fachada barroca,
donde se halla instalado el Museo Provincial en donde se conserva un aljibe con
arcos árabes. Y fuera de sus murallas, la ochocentista Plaza de Toros y la Plaza
Mayor.
Todo ello, edificios, iglesias, conventos, palacios y casas conforman un
conjunto arquitectónico antiguo y noble que le ha valido a Cáceres se
declaración como Patrimonio de la Humanidad por acuerdo de la UNESCO en 1986.
La muralla romana abre sus puertas a la Plaza Mayor de Cáceres entre las torres albarranas de Bujaco, del Humo (almohade) y la torre de los Púlpitos, perteneciente al gótico del siglo XV. El Arco de la estrella es otra de las puertas de la vieja muralla que va a dar a la plaza, por medio de una escalinata.
El arco es de
piedra berroqueña y de forma bastante aplanada y representa la forma de una
concha. Esta obra fue construida en el siglo XVII por Miguel Churriguera,
pariente del célebre arquitecto del mismo apellido.
El espacio que
encierra la Plaza Mayor nació como consecuencia de la feria anual celebrada
desde el siglo XII y se rodeó de unos rítmicos soportales apoyados en pilares de
piedra y arcos de medio punto cuyos nombres aluden a las actividades para los
que fueron creados como: Portales del Pan, de los Escribanos, de los Plateros o
de los Zapateros.
La Plaza Mayor quedó urbanizada desde el siglo XV y el Concejo construyó en este lugar, el Ayuntamiento que fue reformado en 1857, dándole un estilo neoclásico. Esta plaza, llamada anteriormente, de la Constitución, es la más extensa de cuantas existen en Cáceres. Su planta tiene forma rectangular y el suelo es de piedra.
Las viviendas
suelen tener tres alturas en sus plantas, aunque en algunos casos, sólo se
levantaron dos pisos. Todas ellas se encuentran encaladas, con balcones volados
cuyas rejas son de hierro.
Si bien, las
corridas taurinas, torneos de cañas y otros festejos han desaparecido de esta
plaza, aún se celebran en ella las fiestas de San Jorge, que tienen lugar el 23
de abril, con cabalgata de moros y cristianos, y sus tradicionales hogueras que
tienen como fondo la magnífica Plaza Mayor de esta ciudad.
vista interior de los soportales de recia construcción y sencillez de líneas
Como dijimos
anteriormente, es ésta la plaza más importante de Cáceres, aunque no por ello,
la única. Cabe citar la Plaza de San Mateo, en la parte alta, que se encuentra
presidida por la parroquia del mismo nombre alzada sobre una mezquita
mahometana, con portada plateresca a modo de arco triunfal carpanel, flanqueada
por columnas clásicas y remate de flameros. Muy próxima a esta plaza, fue
levantada la Casa de las Cigüeñas que posee la única torre almenada que
permitieron los Reyes Católicos tras los desmoches o supresión de ciertas partes
superiores de las fortificaciones nobiliarias.
Más abajo, se halla la Plaza de Santa María, cuyas casas transformaron, al
entrar el Renacimiento, el carácter defensivo en palaciego por medio de escudos,
medallones, lambraquines y piedras armeras. El palacio de Ovando, plateresco y
el Palacio Episcopal, renacentista con ciertas reminiscencias góticas, alzan sus
fachadas en esta plaza.
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