PLAZA DE LA CORREDERA (CÓRDOBA)

 

La Plaza de la Corredera fue denominada Plaza del Mercado por ser utilizada para esta función.

 

La fundación de Córdoba se atribuye a los cartagineses. En 169 a. J. C., Claudio Marcelo estableció una colonia romana, que tuvo momentos de gran esplendor tanto por su situación geográfica como por su riqueza agrícola. En 716 se estableció en Córdoba la capitalidad de Al-Andalus y en 756 se convirtió en capital del emirato de Córdoba.
Con motivo de este esplendor, la ciudad andaluza alcanzó una gran importancia no sólo por su crecimiento urbano sino también por la arquitectura de su conjunto como lo demuestra la Mezquita.
Éste es el más portentoso monumento de la España musulmana y el mayor del mundo después de la Kaaba.
 

Asentada a orillas del Guadalquivir, Córdoba es una de las ciudades más monumentales de toda la región andaluza.

 

La impronta árabe es profunda, no sólo por su trazado urbano de laberínticas calles y estrechas plazas sino por la calidad de los monumentos que se conservan.

 

La Córdoba cristiana no difiere mucho con respecto del trazado primitivo musulmán.

 

La ciudad continuó extendiéndose fuera de las murallas adaptándose a un trazado más funcional, de calles anchas y rectas donde lo permitía el terreno.

 

 

 

 

 

Huecos rectangulares y simétricos se abren a la plaza en balcones corridos de hierro

 

Cuando fue conquistada por Fernando III de Castilla, en 1236, comenzó una etapa de decadencia al perderé capitalidad, sin embargo, el diseño árabe se respetó fuertemente y las reformas se basaron más bien en alineaciones y regularizaciones de plazas.
Aunque, en general, las plazas andaluzas no mantienen una planta regular como el resto de las Plazas Mayores españolas, en el caso de la Plaza de la Corredera de Córdoba, se puede decir que es uno de los primeros ejemplos de plaza regular y cerrada por sus cuatro lados que se da en nuestro país. Por tanto, esta plaza es de gran importancia y ocupa un papel muy importante en la historia de las plazas españolas.

La Plaza de la Corredera fue construida a partir de 1683, en que fue transformada por el corregidor Francisco Ronquillo Brideño, si bien sus orígenes se remontan a los tiempos del corregidor Francisco Zapata en 1586.

De épocas anteriores se conservan las llamadas “Casas de Doña María Jacinta” en el ángulo suroeste, y la antigua “Cárcel”, edificada en 1583 y situada a continuación de aquellas hacia el sur, que contrastan con la regularidad del resto de la plaza.
 

Este recinto, que forma un bloque unido, abierto sólo por los arcos de las calles que a ella afluyen, tomó como modelo la de Madrid, obra del siglo XVII, aunque ésta última, antes de las posteriores reformas, estaba abierta con calles, mientras que la cordobesa se levantó completamente cerrada. Su tipo arquitectónico contrasta con el entorno, de fuerte acento musulmán, pero urbanísticamente constituye una pieza clave en unión y articulación de las distintas calles y barrios que parten de ella.


 

 

La Plaza de la Corredera está constituida por un amplio rectángulo, de aproximadamente 113 por 47 metros con galería inferior porticada, corrida por todo su perímetro, salvo en su lado sur donde sólo existe un tramo sobre pilares, sirve de soporte a tres pisos, de huecos rectangulares y simétricos y prolongados balcones de hierro, a los que ponen sus notas multicolores las enredaderas que ocultan las viejas barandillas de las balconadas corridas.
 

En esta plaza se mezclan la piedra, la cal y el ladrillo, en una increíble armonía.

 

 

 

Las calles se introducen en la plaza a través de túneles

 

 A diferencia de las de Valladolid y Madrid, las fachadas de las casas mantienen la continuidad más absoluta, pues las calles se introducen en ella a través de túneles arqueados abiertos en aquellas. Además los soportales están formados por arquerías sobre manchones y no siguiendo el sistema adintelado y de pies derechos, siendo los arcos de desembocadura de las calles más altos que los restantes. Por estas características y por lo tardío de su fecha, La Corredera de Córdoba es la más se asemeja a la Plaza de Salamanca.
Recientes hallazgos arqueológicos encontrados en el subsuelo, junto a valiosos mosaicos romanos expuestos en el Alcázar de los Reyes Cristianos, unidos a otros testimonios, han permitido identificar el lugar que ocupa la plaza como la gran entrada principal del anfiteatro de Córdoba. En esta Plaza de la Corredera, conocida en épocas anteriores como Plaza de la Constitución, del Mercado o del Cuadrado, se celebraban corridas de toros y otros ejercicios de caballería, de ahí que tomara el nombre de la Corredera.
 

Por lo que respecta a otras plazas del casco histórico de Córdoba se caracterizan por albergar un elemento urbano singular, característico del barroco andaluz; los triunfos, columnas esculpidas dedicadas a una figura religiosa, generalmente el patrón defensor de la ciudad. Un ejemplo es la Plaza del Potro, amplia y rectangular, en cuyo centro se encuentra un “triunfo” dedicado a San Rafael, protector de la ciudad, en forma de obelisco, con una base en la que están labrados relieves que representan la Peste, el Hombre, las Tormentas y otros motivos religiosos.
 

En esta plaza queda, a la izquierda, la fachada del que fuera Hospital de la Caridad y la entrada a los Museos Provincial de Bellas Artes y de Romero de Torres. La Plaza del Potro toma su nombre del mesón que ya existía en el siglo XV y que aún se conserva, del cual hace referencia Miguel de Cervantes, que menciona dicha plaza en “Rinconete y Cortadillo”.

Otra de las plazas cordobesas que resalta por su belleza y por sus elementos ornamentales es La Plaza de los Dolores, conocida también por la de los Capuchinos, por estar aquí ubicado su convento del siglo XVII. Pero lo que realmente resalta de la plaza es el Crucificado que se alza en ella, de 1784, al que el pueblo conoce como “Cristo de los Faroles”, por los ocho farolillos que alumbran la Cruz y la imagen del Cristo de los Desagravios.

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